viernes, 20 de febrero de 2015

Visitas Reales #1: Mujeres modernas y otras falacias



El sol no se asomó en ningún momento. Las nubes grises y azuladas cubrieron todo el cielo capitalino, augurando una lluvia que complicaría la situación vial de la caótica Ciudad de México. Sin embargo el cuadro central de esta metrópoli en ascenso se encontraba inmune a las amenazas climáticas que se cernían sobre él. 


En el Eje Central Lázaro Cárdenas, cuna de la piratería electrónica y los talleres informáticos, la gente abarrota las aceras caminando en caminos distintos, a destinos diferentes. Los sujetos se empujan unos a otros tratando de moverse entre  puestos legales, puestos ambulantes, personas convertidas en puestos, lentes, pashminas, películas, libros, perfumes y uno que otro calcetín. 

El ambiente se impregna de  singulares olores que se mezclan para lograr un armonioso aroma peculiar. No se sabe si es el olor a tacos de pastor y cabeza, el sudor humano o los potentes químicos que se utilizan alrededor los que le brindan el carácter impregnante al aroma ambiental. Claro, también puede tratarse del olor a smog que los carros producen al pasar o los orines que de vez en cuando uno encuentra en el camino. 

Es ahí, entre los gritos de los comerciantes, entre los gritos de la gente, entre los murmullos apresurados, entre las canciones de seis puestos distintos, entre los apasionados discursos de Collin Firth en la enorme pantalla que promociona películas piratas, donde cuatro princesas se encuentran caminando apresuradamente y bromeando sin parar. 

Las chicas, vestidas con ropa de colores neutros y zapatos cómodos  vienen ligeras de equipaje e intentan por todos los medios no llamar la atención de la gente. Ya sea por timidez, ya sea por seguridad, caminan pegadas una a la otra en el afán de mostrar un frente unido e indivisible. 

En apariencia son completamente distintas, unas altas unas bajitas, unas con rasgos muy definidos y otras con peculiaridades que las diferencian de las otras. Todas son diferentes, pero hay algo que las une y las hace encontrarse en estos rumbos donde el pasado, el presente y el futuro se entrelazan. La curiosidad.

Mujeres modernas se hacían llamar. Sin pelos en la lengua y con una afilada mentalidad proclive al doble sentido. Con fantasías y apetitos que para la sociedad serían prohibidos, pero que a su mirar eran perfectamente legítimas y excitantes. Mujeres liberales se hacían llamar, que hablaban, opinaban y criticaban del rubro que se les antojara con sueños y metas, con virtudes y defectos, con el mundo en sus manos para ser devorado. 

La meta, atravesar la congestionada avenida para entrar al edificio aledaño a la plaza de la tecnología. Subir 20 escalones hasta arribar al segundo piso donde su destino las encontraría. La tienda más prohibida para su corta vida, la seña de toda desfachatez y libertad a sus ojos. La sex shop. 

El edificio, que en sus años de gloria era el recinto de personas de élite, se encontraba ya descuidado y bastante solitario. El tiempo no perdonó a esta estructura cubierta de tapices y con acabados dorados y pisos de mármol al puro estilo europeo, por lo que ahora sus barandales se encontraban oxidados y a punto de caerse.

Las puertas, que en décadas anteriores supusieron un grito de modernidad y estilo contemporáneo, ahora se encuentran sin barniz, sin chapas. Algunos departamentos (o lo que en algún momento fueron departamentos) se encontraban sin puertas y sin ninguna señal de vida. Pero ellas no atendieron a estos detalles, pues sus mentes estaban bastante ocupadas con la acción que estaban por realizar. 

Sus corazones latían rápidamente, como las alas de un colibrí, y repiqueteaba con la cadencia de un tambor de la banda duranguense que sonaba de fondo en la planta baja. Sus posturas, que aparentaban comodidad e indiferencia, se notaban más bien fingidas y las caras que subían de tonalidad rojiza con cada paso que daban las delataban por completo.

Llegan a la puerta principal y después de una cómica batalla por quien osaba entrar primero al recinto de las fantasías, por fin acceden. Lo que encuentran ahí, dista mucho de lo que imaginaban y a la vez las turba más de lo que esperaban. Lejos de  tener colores rojos o negros, las paredes eran blancas y neutras, los estantes, armoniosamente acomodados, asemejaban a las secciones de los supermercados comunes. En lugar de separar por abarrotes y salud y belleza, seccionaban por vibradores y películas XXX entre las que destacaban las clásicas: Enfermeras en acción pt.50 y Colegialas Catigadas episodio 23. 
 
Las miradas de ellas vagaban de un lugar a otro, así como la mirada de los otros clientes-hombres en su totalidad- vagaban hacia ellas. Entre más vibradores, mas disfraces y más lubricantes veían, más fuera de lugar se sentían. Solo necesitaban un detonante para salir huyendo, una frase, una imagen que les confirmara que estaban fuera de lugar.

Fueron las abastecidas columnas de vibradores lo que determinaron la huida de las no tan valientes chicas. De colores, tamaños y precios diferentes: Rosas negros, dobles dildos, arneses para momentos de pasion lésbicos -¿existen cosas reales de ese tamaño?,¿el XXL no basta?- las cajas se encontraban frente a sus ojos y ellas no podían creer que lo que por tantos meses imaginaron fuera así.

La imaginación a veces traiciona, y los prejuicios aún más.Lo que vieron en los vibradores no fueron las formas ni las funciones, sino todo lo que sus padres, sus abuelos les recitaron sobre la sexualidad, sobre el amor y sobre la vida. Estar ahí era malo, por lo que salieron a toda prisa y los detalles se difuminaron en sus mentes.

Mujeres derrotadas se decían. Fracasaron y tiraron por tierra todas sus metas y fantasías. Pensaron que serían lo suficientemente maduras y podrían dejar de lado los prejuicios que desde pequeñas les inculcaron como “correcto”. Al final, fueron unas chicas más dentro de las listas de las mal llamadas mojigatas, que simplemente son mujeres en camino de su liberación. De la liberación de los estigmas que, al son del reggeaton, caminan a paso lento hacia el metro para regresar a su vida de sueños e ilusiones. 

Pronto volverán, o eso creen ellas, mejor preparadas  y con más valentía. Por ahora, hay que descansar del ajetreado día. 
Portense mal y disfrutenlo mucho. 

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